Conductas de riesgo en los adolescentes

La adolescencia es una de las etapas de la vida del ser humano en la que se producen más cambios y, por ello, en esta fase pueden producirse mayores afectaciones. Al existir un sinnúmero de cambios, los adolescentes también están expuestos a un gran número de circunstancias que podrían convertirse en factores de riesgo. Como algo opuesto encontramos también factores de protección.

En este artículo podrás encontrar cuáles son los factores de mayor riesgo a los que están expuestos los adolescentes, así como los mejores factores que pueden contribuir a que tu hijo o hija adolescente puedan pasar esta etapa de forma adecuada.

Factores de mayor riesgo para tu hijo o hija adolescente

Entre los factores de riesgo podemos citar los siguientes:

1. Las adicciones

La adicción implica que el adolescente esté expuesto al consumo de una sustancia y que, de forma biológica y psicológica, sienta la necesidad de seguir consumiéndola.

Entre las sustancias adictivas más comunes a las que están expuestos los jóvenes se encuentran el alcohol, el tabaco y las drogas.

Quizá uno de los factores que más ha hecho que se incremente el consumo de estas sustancias, principalmente el de las drogas, es la masificación de su consumo, puesto que el acceso de los adolescentes a dichas sustancias tiende a ser más sencillo y en edades más tempranas.

2. Malas relaciones familiares

Si bien es cierto, como comentábamos, el acceso a sustancias adictivas es cada vez mayor entre los adolescentes, en ocasiones una dinámica familiar disfuncional suele impulsar a los adolescentes a usar ese tipo de sustancias y, en general, a exponerse a un mayor número de factores de riesgo.

Los principales responsables de que la dinámica familiar sea correcta para el adolescente son los padres o quienes lo tienen bajo su cuidado. La falta de atención al adolescente y su exposición a situaciones de agresión, violencia o desamor en el seno familiar, es un factor determinante para el desarrollo emocional del adolescente.

La depresión es una de las afecciones psicológicas de mayor recurrencia en los adolescentes que, en los casos más profundos, pueden llevar a la ideación suicida

Los adultos deben estar atentos a cualquier cambio de estado de ánimo del adolescente

3. Relaciones sexuales sin protección

En este espacio no pretendemos discutir si es bueno o malo. Lo que sí debe tratarse es la exposición a que están sujetos los adolescentes cuando no usan protección.

A grandes rasgos, son dos las consecuencias. La primera es que expone a los adolescentes a contraer alguna enfermedad de transmisión sexual (ETS) tales como el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), el Virus del papiloma humano (VPH), gonorrea o sífilis. Lo anterior implica una afectación a la salud, pero también puede marcar psicológicamente de por vida a los adolescentes.

La segunda consecuencia son los embarazos no deseados, que básicamente hacen que el adolescente adquiera responsabilidades que probablemente no sean acordes a su edad y, de forma, concreta, hacen que el adolescente deje de serlo y se convierta en un adulto joven. Además, ello puede traer como consecuencia dificultades para que los adolescentes puedan continuar con sus estudios, problemas económicos e, incluso, afectar la vida laboral debido al aumento de responsabilidades que implica tener un hijo.

4. Trastornos alimenticios

La anorexia y bulimia son trastornos de la conducta alimenticia a los cuales están expuestos mayormente los adolescentes, debido a la discriminación existente entre ellos debido a la talla o el peso, idea que es promovida por ciertos modelos culturales.

A muy grandes rasgos, la anorexia se caracteriza por la disminución excesiva en la ingesta de alimentos, mientras que en la bulimia existe una ingesta exacerbada de alimentos que precede a su expulsión mediante el vómito y, en ambos casos, existe una afectación a la salud.

Aparejada a la anorexia y la bulimia, existe una alteración de la percepción de la persona, consistente en que el adolescente se percibe con un peso o complexión mayor al que en realidad tiene, lo cual provoca que deje de comer (anorexia) o como y después use el vómito para contrarrestar los atracones de comida (bulimia).

5. Los cambios emocionales y cognitivos

Como decíamos, la adolescencia es la etapa de mayores cambios, sobre todo en el ámbito emocional y cognitivo. Las emociones en los adolescentes se vuelven más profundas y difíciles de controlar, mientras que los procesos en que los adolescentes conocen y aprenden las cosas se modifican ampliamente.

En toda etapa de cambio pueden presentarse conductas que se desvíen de los parámetros “normales”, por lo que la adolescencia puede ser la etapa con mayores conductas atípicas en la vida de cualquier ser humano.

6. Conflicto entre dependencia e intento de independencia

Los adolescentes se encuentran en una situación muy vulnerable pues por una parte dependen de otros para subsistir, por ejemplo, de sus padres para que les provean cosas físicas como alimentos, ropa y un hogar, y emocionales como cariño y comprensión, pero por otro sienten la necesidad de independizarse de sus padres y de quienes los cuidan.

Esto trae un conflicto, pues los adolescentes sienten esa necesidad de independencia, pero no poseen los medios para ser totalmente independientes.

7. Problemas relacionados con la personalidad y las actitudes

En esta etapa surgen muchas características de la personalidad que definirán al adolescente en su vida adulta. Rasgos psicológicos de depresión, ansiedad o agresividad pueden emerger o acentuarse en esta etapa de su vida.

Quizá la depresión es la mayor alteración psicológica sufrida por los adolescentes, que en muchas ocasiones los lleva a tener ideación suicida, por lo que el suicidio suele presentarse en mayor medida durante la adolescencia.

En este sentido, cuando se presentan este tipo de problemas debe acudirse con un psicólogo para adolescentes, sin embargo, en muchas ocasiones los padres suelen minimizar las emociones del adolescente, por lo que no los llevan con un profesional. Por ello, los padres deben estar atentos a cualquier cambio en el estado de ánimo de los adolescentes y ayudarse de un profesional para este tema.

8. Falta de autocontrol y conductas de riesgo

La incapacidad para evaluar las consecuencias de sus conductas es un rasgo distintivo en muchos adolescentes. Un ejemplo claro es la combinación del consumo de alcohol con el uso de un vehículo. Los adolescentes, a pesar de haber escuchado antes que no es buena idea tomar alcohol y manejar, no miden la peligrosidad de dicha conducta ni evalúan las posibles consecuencias, por lo que se exponen a un riesgo alto, incluso, de perder la vida.

9. La falta de ideales, metas o proyectos

Muchos adolescentes no tienen una idea de lo que quieren hacer con su vida. No saben qué estudiarán, a qué se dedicarán e, incluso, no saben definir cuáles son las emociones que los motivan. En síntesis, la adolescencia suele ser una etapa donde no existe brújula, por lo que el camino futuro no es nada claro.

Factores de protección para tu hijo o hija adolescente

Como en todo, siempre hay dos caras de la moneda y los adolescentes no están solo expuestos a factores de riesgo, sino que sus padres o cuidadores tienen el deber de exponerlos a factores benéficos para su desarrollo. Algunos de estos factores son los siguientes:

1. El apoyo y contención familiar

Este es el elemento clave para el adecuado desarrollo de cualquier adolescente. Tener el apoyo de sus padres, cuidadores, hermanos y demás familiares que integren el núcleo familiar, es vital para que los adolescentes puedan tener un apoyo adecuado en esta difícil etapa.

El apoyo familiar no es algo que se genera espontáneamente, sino que se va formando desde que el individuo es un niño. El niño aprende que puede confiar en sus papás o hermanos y que cuando tenga una dificultad puede recurrir a ellos, no para que le resuelvan sus problemas, pero sí para que le proporcionen los consejos o herramientas necesarias para que por sí mismo pueda resolver sus problemas.

Si dicha confianza familiar no se generó en la niñez, entonces cuando el individuo crezca y se convierta en un adolescente, sabrá que no cuenta con el apoyo de su familiar para ayudarle a resolver sus problemas, por lo que recurrirá a otras herramientas para su solución, como recurrir al uso de sustancias adictivas o al consejo de amistades indeseables.

De esta manera, un apoyo familiar adecuado hará que el adolescente sepa encausar su conducta y que valore la existencia de ese núcleo familiar.

2. El apoyo de profesionales, como psicólogos y profesores

Recurrir a un psicólogo para adolescentes es esencial. Lejos estamos de aquella época en que el pensamiento general de la sociedad dictaba que los psicólogos eran para personas con conductas irracionales. En la actualidad, los psicólogos son esenciales para ayudar a la gente simplemente a sentirse mejor consigo mismos y con el mundo que les rodea.

Es esencial que los adolescentes acudan con un profesional, aunque es preferible que acudan con psicólogos para adolescentes, pues se trata de personas que se han especializado en el conocimiento de la adolescencia y sus cambios, así como en las técnicas psicológicas para adolescentes.

En este sentido, MisPsicólogos es una buena opción para encontrar psicólogos en línea para adolescentes, que podrán ayudar a tu hijo o hija a superar esta etapa de su vida. No hay que desestimar que hay muchas ventajas de la terapia psicológica en línea en relación a la terapia tradicional presencial.

De igual manera, es importante que el adolescente tenga el apoyo de sus maestros, pues son ellos quienes pueden advertir comportamientos de alerta en la escuela, que suele ser uno de los lugares en donde los adolescentes pasan más tiempo, además de su hogar.

3. La escucha activa por parte de los padres

Este es un elemento que se relaciona con que el adolescente tenga el apoyo de su familia, sin embargo, es tal su importancia que debemos tratarlo por separado.

La escucha activa implica que los padres pongan atención a sus hijos, no sólo “escuchando” lo que estos tienen que decirles, sino que deben interesarse por aquello que sus hijos también se interesan, informarse y retroalimentar a sus hijos.

En una escucha pasiva, los padres escuchan los problemas o comentarios de sus hijos, pero no hacen nada al respecto y eso no genera confianza ni empatía. En la escucha activa, los padres no sólo escuchan lo que sus hijos tienen que decir, sino que tratan de buscar soluciones para sus problemas o información adicional que pueda complementar el pensamiento del adolescente, por lo que ello terminará por animar al adolescente y generará confianza con sus padres.

4. La fortaleza de la personalidad para no caer en conductas de riesgo

Fortalecer la confianza del adolescente es algo en que los padres pueden influir de manera decisiva, mediante un entorno de apoyo familiar y escucha activa por parte de los padres. Todo lo anterior genera una relación de confianza entre padres e hijos que ayudarán a fortalecer la autoestima y la personalidad del adolescente.

Al existir esa relación de confianza, es más probable que el adolescente escuche a sus padres, por lo que esto constituye la contraparte o resultado de la escucha activa realizada por los padres.

Desde luego, al tomar el consejo de los padres y confiar en lo que estos le dicen, el adolescente puede tender a alejarse de conductas de riesgo y evaluar de mejor manera las consecuencias de sus actos.

5. La participación en actividades deportivas, ecológicas o comunitarias con amigos

No todo se limita al ambiente familiar, pues la existencia de un ambiente de amistades sanas tiene un peso extraordinario en la formación del adolescente.

De esta forma, la inclusión del adolescente en actividades deportivas y sociales adecuados, pueden ayudarle a valorar la realización de conductas sanas. Por el contrario, la ausencia de actividades deportivas puede generar hábitos no adecuados y la exclusión de actividades en la que participen sus amigos, puede generar afectaciones al desarrollo de sus habilidades sociales y emocionales.

6. La resiliencia

Un concepto relevante dentro de estos factores de riesgo y protección es el de resiliencia, consistente en la sorprendente capacidad de muchos seres humanos que, a pesar de crecer y vivir en medios socioeconómicos adversos o de alto riesgo, alcanzan competencias adecuadas, salud física y el desarrollo psicológico para seguir proyectándose al futuro.

En síntesis, la resiliencia es la capacidad de todo individuo para salir adelante de sus problemas. Esta es una característica que se desarrolla durante la infancia y se adquiere durante la adolescencia.

De esta manera, un adolescente resiliente podrá echar mano de las herramientas que tiene a su alrededor para poder resolver sus problemas, mientras que quienes carecen de esta habilidad social, a pesar de tener las herramientas necesarias a su alrededor, no podrán salir adelante.

Así, la clave en gran medida del éxito que pudieran llegar a tener los adolescentes está en la formación que los padres puedan darle para poder resolver sus problemas, por lo que en todo momento debe incentivarse al adolescente a mejorar y resolver sus problemas, claro, con el apoyo de los padres.

Conclusiones

Los factores de riesgo a los que están expuestos los adolescentes son muchos, como las adicciones, el inicio temprano en la sexualidad y la falta de comunicación familiar, sin embargo, mediante el establecimiento de factores de protección, como la ayuda y contención de la propia familia, la participación en actividades comunitarias y el apoyo de profesionales, es posible reducir la influencia de dichos riesgos.

De igual manera, el despliegue de diversos factores hace posible la resiliencia en el adolescente. La situación a la que se enfrentan los adolescentes es muy complicada, sin embargo, el tener el apoyo de sus padres, psicólogos, consejeros y participar grupos sociales da lugar a que superen sus problemas.